Siempre hay una primera vez – Chicago parte 2
(Esta es la segunda parte de nuestro viaje a Chicago)
Cuando viajamos a Chicago, queríamos que fuera una experiencia inolvidable. Hace unos días mientras hacíamos la lista de las cosas que nos gustaría hacer, Debora me comentó de un restaurante muy famoso en Chicago que le encantaría poder ir. El restaurante se llama RPM Italian, y uno de los dueños es Giuliana Rancic una periodista de E! Entertainment Television. Pero con tantas cosas que queríamos hacer, iba a ser difícil poder hacer todo. Después de visitar el parque Milenio y comer en Giordano´s decidimos que nuestra mejor opción era ir al muelle naval en lugar de ir a la torre Willis. El día estaba hermoso y había posibilidad de lluvia al día siguiente asi que era mejor ir al muelle.
Decidimos que íbamos a caminar, el mapa nos indicaba que iban a ser como 15 minutos, las calles son gigantes aquí en Chicago. Caminamos hasta llegar al rio Chicago, un ancho rio navegable dentro de la ciudad. Después de caminar los 15 minutos y todavía con bastante trecho que andar, nos subimos mejor a un bus. El servicio público aquí en Chicago nos ha tratado muy bien y puesto que teníamos el pase de 1 día, solo era de subirnos al bus. En 5 minutos llegamos al muelle y nos recibió una gigantesca rueda de Chicago.
El muelle naval, se llama así porque por muchos años, especialmente durante las guerras mundiales sirvió como base de entrenamiento de las fuerzas navales. El muelle fue construido en 1916, y en ese tiempo era el muelle más grande del mundo. Este muelle es la atracción número uno para turistas que llegan a Chicago. Nosotros queríamos ver la rueda de Chicago puesto que en el libro Divergente los protagonistas la escalan para poder ver a dónde deben viajar. La rueda mide más de 45 metros de altura y tiene un diámetro de 42.7 metros.
Estar allá arriba de la rueda es increíble, se puede ver todo el horizonte, con los edificios al oeste y el lago Michigan al este. Nos tomamos muchas fotos, no logramos tomarnos la foto todos juntos porque a Debora le dio miedo que ambos estuviéramos en el mismo lado de la góndola. El paseo dura alrededor de 7 minutos, pero pareciera que durara muchos más.
Salimos de la rueda y fuimos a comprar tickets para el carrusel, siempre nos toca que no hay muchas cosas que pueden hacer los niños que miden menos de 1 metro. Cuando estaba comprando los boletos del carrusel vi que había otro juego, que se llama Faro y que permite que los niños que miden más de 90 cm pueden subirse solos. Así que terminó nuestra vuelta del carrusel y nos vinimos aquí al Faro, ahora estamos esperando el turno de Niki.
Por fin abren la puerta y entra Niki lista para subirse al juego. Unos minutos antes Debora le preguntaba si estaba lista y le dijo que tenía un poco de miedo. Debora le aseguró que todo iba a estar bien, que iba a sentir como si tuviera mariposas en el estómago, pero que era normal. Debora le ayudó a subirse y ya está sentada esperando al resto de los niños. No puedo creer que mi enana esté lista para subirse a un juego, que no esté pidiendo a su mamá o papá. Escucha las instrucciones y el operador da marcha al juego. Poco a poco el juego se va elevando y da unas caídas; ninguno de los niños llora o se asusta.
Ya en la cima todos los niños levantan los brazos, Niki no está muy convencida pero está admirando todo. Puedo ver cómo ve para todas partes, yo con la cámara estoy filmando la experiencia; Debora con el teléfono tomando fotos. No imaginamos que ese día sería el día que Niki iba a subirse a un juego sola y que no iba a tener miedo; pero siempre hay una primera vez. Después de un par de subidas y bajadas, el juego hace su descenso final.
Nicole llega corriendo a contarnos como le fue, está muy emocionada. “¡Mami, sentí mariposas! ¡Sentí mariposas!” le cuenta. También nos dice que ella ya es grande y que puede subirse sola. Me siento tan contento de poder marcar ese momento como un hito de su crecimiento. Estoy feliz del privilegio de ser padre y poder ver la felicidad de Nicole; la amo con todo mi corazón.
El muelle tiene un área techada donde hay restaurantes, tiendas, cines, un museo y hasta un jardín. Entramos al jardín a refrescarnos, se siente tan rico salir del sol. Los jardines tienen varias fuentes y algún tipo de aire porque está a una temperatura muy agradable. Nicole esta facinada con las fuentes que lanzan chorritos de agua.
El muelle tiene un área techada donde hay restaurantes, tiendas, cines, un museo y hasta un jardín. Entramos al jardín a refrescarnos, se siente tan rico salir del sol. Los jardines tienen varias fuentes y algún tipo de aire porque está a una temperatura muy agradable. Nicole esta facinada con las fuentes que lanzan chorritos de agua.
Todo el tiempo que hemos estado aquí en el muelle nos ha acompañado el rugido de los aviones de la fuerza naval de EEUU. Están haciendo maniobras de distintas formas, pero nos gusta creer que están haciendo un espectáculo para nosotros. Es realmente impresionante todo lo que hacen, viajan en formación, se separan y luego se vuelven a juntar. Viaja un avión debajo de otro a distancias impresionantemente cerca. Logran hacer piruetas y dan vueltas tan cerradas que nos quedamos con la boca abierta.
Nos despedimos del muelle y nos subimos nuevamente al bus que nos llevará a la estación del metro. A medida que avanzamos el bus se va llenando al punto donde ya no cabe nadie más. Allí todos apretados, estamos Debora y yo, contentos de que nuestra bebé ya es toda una niña. Nicole también está feliz y nos está contando todo lo que hizo ese día. Mientras nos cuenta Debora me dice: “Mirá, allí esta RMP Italian.”
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